04 marzo 2008

Un viejo amigo

Bernardo habitaba la calle más que caminaba por ella, completamente antiaccesorio. Iba repitiendo envuelta en un susrro la letanía que hace años se había inventado para evitar escapar a lo más profundo de su mente: Yo creo a mis pensamientos. Ellos no me controlan a mí. Yo les controlo. Sin mi no existen. Yo estoy por encima de ellos. Y como otras veces que había hecho lo mismo Bernardo era extremadamente consciente del mundo que le rodeaba, como si su dermis y la calzada de las ancianas calles de la ciudad fueran una y como si el cielo sobre él no fuera más que la córnea que protegía al ojo de su mente del árido exterior.

"Qué extraño es volver a sentir dolor y furia despues de tanto tiempo", se decía a sí mismo. "Qué extraño es verles como partes inevitables de un proceso y no como lastres". Hoy estaba furibundo, ayer había estado eufórico y esa misma mañana se había sentido inútil y herido. Se preguntó quién saldría esta vez del crisol de la forja antes de comprender que era una pregunta ridícula.

Pues un Bernardo siempre será un Bernardo.

Nirvana - Come as you are

No hay comentarios: