Bernardo habitaba la calle más que caminaba por ella, completamente antiaccesorio. Iba repitiendo envuelta en un susrro la letanía que hace años se había inventado para evitar escapar a lo más profundo de su mente: Yo creo a mis pensamientos. Ellos no me controlan a mí. Yo les controlo. Sin mi no existen. Yo estoy por encima de ellos. Y como otras veces que había hecho lo mismo Bernardo era extremadamente consciente del mundo que le rodeaba, como si su dermis y la calzada de las ancianas calles de la ciudad fueran una y como si el cielo sobre él no fuera más que la córnea que protegía al ojo de su mente del árido exterior.
"Qué extraño es volver a sentir dolor y furia despues de tanto tiempo", se decía a sí mismo. "Qué extraño es verles como partes inevitables de un proceso y no como lastres". Hoy estaba furibundo, ayer había estado eufórico y esa misma mañana se había sentido inútil y herido. Se preguntó quién saldría esta vez del crisol de la forja antes de comprender que era una pregunta ridícula.
Pues un Bernardo siempre será un Bernardo.
Nirvana - Come as you are
04 marzo 2008
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