27 marzo 2008

Momentito de sinceridad

Mi estado actual es bastante peculiar, no para mí pero sí para el resto de la gente. Me encuentro en un momento en que mi autoestima está por los suelos, como me suele suceder despues de cualquier gran gracaso, y siento que la gente de mi alrededor no hace nada para ayudarme a sacar la cabeza. Yo racionalmente lo entiendo, ya que intento que se note lo mínimo posible lo cual no sólo hace que nadie se dé cuenta sino hace que se me perciba como "está raro", con lo cual la gente tiende a eludirme hasta que se me pase la neura. Emocionalmente, por supuesto, la cosa es muy distinta y la asumida apatía del resto de la gente hacia mí hace que me hunda aún más y que comience a fabular planes absurdos tipo "me aislaré del resto" o "me pondré a la defensiva".

Por suerte las cosas han cambiado y, aunque no pueda evitar estar de mal humor y alguna que otra contestación no merecida a mi gente, sé que tarde o temprano todo pasará y que dejaré de lloriquear por las esquinas y de pensar que mis amigos no me tienen en cuenta. Además, teniendo en cuenta mis últimos fracasos, sé que este periodo de debilidad emocional se va volviendo cada vez más breve según voy cumpliendo años y que en cuanto sea capaz de pensar con tranquilidad volveré al equilibrio. Y vamos, que sé que la gente de mi alrededor me quiere, que no tienen la culpa de no ser tan malditamente abiertos sobre sus estados de ánimo como yo. Y que me están pasando cosas lo suficientemente bonitas como para estropearlas por culpa de alguien que quizás no se merecía estar a mi lado como me dice todo el mundo pero que seguramente no correspondía a mi lado.

En fin. Se aceptan donaciones.

Iván Ferreiro - Días azules

23 marzo 2008

Turmoil

Qué días más extraños. Qué nuevo es todo. Qué solo me encuentro. Cuántas cosas tengo que hacer.

Bloc Party - Flux

16 marzo 2008

Domingo de rimas

Me encanta vivir en el casco viejo de Zaragoza. Me gusta especialmente cuando me levanto un domingo a la una de la tarde y miro por la ventana. Veo los tejados desiguales, las callejas estrechas salpicadas de terrazas y bares, las torres del Pilar tan cerca que las puedo tocar con la mano, las azoteas reconvertidas en viviendas por hippies y bohemios, y me siento más libre que nunca. Ni siquiera me ataca la alergia que a estas alturas de mes ya debería tenerme hecho un ovillito. Arranco una hoja de cuaderno y dejo un mensaje para mi compañera de piso que pronto vovlerá de trabajar colgado de la puerta del salón ("¡Buenas tardes! Que pases buen día" y una sonrisa garabateada) y salgo a la escalera.

Camino por la Calle de los Mártires en dirección a Plaza España; vivo en El Tubo, la zona de tapeo clásica de la ciudad y la que me ha robado unas dos horas de sueño diarias desde que me mudé, no por ruido sino por ser incapaz de mantenerme en casa mientras la ciudad hierve tras apenas diez centímetros de ladrillo. Llevo una camiseta (roja), zapatillas de deporte (grises), un nuevo corte de pelo (al tres) y un libro de bolsillo bajo el brazo (Los hijos de Anansi, de Neil Gaiman). El sol cae sobre la estrecha calle con lentitud y aspereza, como si fuese un lametazo de vaca. Un niño corre para despues detenerse en seco cuando advierte que ha superado "el límite" y volver corriendo a agarrarse a la mano de su madre. Dos jóvenes se sonríen y se miran a través de las gafas de sol mientras comparten un cucurucho de helado que seguramente acaban de comprar en el paseo y logran despertar a su vez una de mis propias sonrisas ("qué sentimental eres ahora", susurra mi cinismo por ahí abajo). Zaragoza hoy parece París, pero no el París real sino el París cinematográfico, el París de los cuentos, el París de Rayuela, el París que siempre nos queda. La gente corre junto a mí en dirección a la parada del bus y pienso que la calle está tan viva como un lunes en hora punta con la diferencia de que hoy la gente sonríe. Tardo un poco en darme cuenta de que la gente se dirige a procesionar y no en dirección al Parque Grande como el resto de domingos.

(Breve diálogo mantenido con maleducada abuela de afilados codos y gran capacidad para saltar puestos en la cola del autobús.
Meapilas: "Qué vergüenza. Veinte minutos esperando al autobús y todavía no ha pasado ninguno. Habría que matarlos a todos. La culpa de todo esto la tiene ese alcalde socialista que tenemos..."
Biyu: "No sé. La verdad es que no sé qué ha pasado hoy pero a la gente le ha dado por salir con palos a la calle y parece que están colapsando el tráfico... Estos hinchas...")

Hoy hace buen día. Hoy pienso en mí.

Blur - Country house

11 marzo 2008

Cara de

El presente miró al futuro fijamente y girándose le dijo al pasado:

- Tiene tus ojos.

Soundgarden - Fell on black days

04 marzo 2008

Un viejo amigo

Bernardo habitaba la calle más que caminaba por ella, completamente antiaccesorio. Iba repitiendo envuelta en un susrro la letanía que hace años se había inventado para evitar escapar a lo más profundo de su mente: Yo creo a mis pensamientos. Ellos no me controlan a mí. Yo les controlo. Sin mi no existen. Yo estoy por encima de ellos. Y como otras veces que había hecho lo mismo Bernardo era extremadamente consciente del mundo que le rodeaba, como si su dermis y la calzada de las ancianas calles de la ciudad fueran una y como si el cielo sobre él no fuera más que la córnea que protegía al ojo de su mente del árido exterior.

"Qué extraño es volver a sentir dolor y furia despues de tanto tiempo", se decía a sí mismo. "Qué extraño es verles como partes inevitables de un proceso y no como lastres". Hoy estaba furibundo, ayer había estado eufórico y esa misma mañana se había sentido inútil y herido. Se preguntó quién saldría esta vez del crisol de la forja antes de comprender que era una pregunta ridícula.

Pues un Bernardo siempre será un Bernardo.

Nirvana - Come as you are