10 abril 2007

Aquella tarde

Las hormigas eran divertidas. Cuando iban corriendo sobre el cemento les dejabas una hoja delante y ellas se paraban. Su cuerpo parecía un interrogante cuando la tanteaban inseguras con sus antenas, sorprendidas por ese misterioso don caído del cielo. Daban un par de pasos hacia delante y se erguían, imitando una pose pensativa y agitando sus patas delanteras al aire. Y despues, invariablemente, daban la vuelta en redondo y correteaban en dirección opuesta, ya no sé si por orgullo o por pánico. Pero si les dejabas tu propio dedo en vez de una hoja, enseguida lo abrazaban y comenzaban a rodearlo, a correr alrededor de su circunferencia y a intentar escabullirse por dentro de tu manga. Las hormigas eran divertidas a a ninguno se nos ocurría encorrer, apartar y muchísimo menos matar a una. Afortunadamente aún conservo esa costumbre y voy por la vida cogiendo hormiguitas con el dedo y despues dejándolas sobre las ramas de los árboles. Podría haber sido peor. Obispo, por ejemplo.

George Harrison - My sweet Lord

3 comentarios:

o s a k a dijo...

me acuerdo de las tardes de domingo (cómo las odiaba) en La Dehesa madrileña, haciendo fortalezas para las hormigas... (que sin querer se convertían en auténticos asedios a sus cuevas, jeje)


n a c o

Anónimo dijo...

qué gusto de texto mmmmmm....

o s a k a dijo...

yép!

pero no os escaqueéis ninguno de los 2, que tenéis un meme esperándoos en
o 2 a k a . . .

: P


n a c o