Estábamos tumbados o más bien estirados sobre la cama. Las cortinas bailaban en el aire gracias a que la ventana de la cocina estaba abierta de par en par y apenas notábamos el calor infernal del mes de agosto.
Tú acababas de terminar de leerte Rayuela con todos sus capítulos y en el orden adecuado y me decías mientras tamborileabas con tus dedos sobre mi pecho que querías ser mi Maga. Yo quería preguntarte si te referías a ser una irritante analfabeta que acababa matando a su propio hijo pero terminaba callándome porque yo tampoco es que diera mucho el papel de estoico y atractivo emigrante, así que me limitaba a abrazarte y canturrearte al oído que tu nombre me sabía a yerba, por mucho que mi voz siempre hubiera sido más Johnny Rotten que Joan Manuel.
Acabábamos de subir de la calle, del Mercado de San Bruno, y tú te habías enamorado de uno de esos libros de viejo y habías subido a casa contentísima con tu teneduría de libros de los años cuarenta. Yo le había dado setenta céntimos al violinista callejero y me había limitado a pasear sobre el asfalto caliente con gesto distraído mientras tú ibas y venías.
No teníamos nada pero tampoco teníamos nada que hacer y la vida era en el fondo igual que la cama: una inmensa superficie cuyos límites apenas podíamos tocar si estirábamos los brazos y las piernas y sobre la que nos limitábamos a estar estirados. Más allá de las cortinas danzantes, a escasos grados bajo el horizonte, a veces el mundo acababa y las estrellas se extinguían pero a nosotros eso no nos incumbía. Nosotros nos limitábamos a extinguirnos mútuamente.
Hoy he visto tu foto en el diario mientras ojeaba las páginas finales y lo he cerrado rápidamente. Afortunadamente no he llegado a ver cuál era la sección.
Aphex Twin - Girl/boy song
25 agosto 2008
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2 comentarios:
Qué bonico.
peaso escritor...uff
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